lunes, 7 de enero de 2013

Año nuevo e intento de vida nueva.

Hoy, 7 de Enero de un nuevo año que empiezo con esperanza de que sea mejor que el anterior, me ha dado la venada de mandar todas mis antiguas entradas al borrador. Olvidarlas, que solo las recuerde yo, por encima y no los demás.
He comenzado el año con una larga lista de propósitos por delante que espero cumplir, pero que seguramente con el paso de los meses olvidaré y dejaré de lado para meterme en problemas.

Parece ser que el invierno por fin me ha dado una oportunidad y ya no me tiene tanto rencor como antes, ya que no esperaba un final tan bueno después de los baches por los que he pasado.
Este 2012 he aprendido a dejar de quererte a ti menos y empezar a quererme a mí un poquito más. Que yo soy más importante que nadie, y por muy egoísta que suene pienso preocuparme sólo por mí. He madurado, no mucho, pero lo suficiente como para abrir los ojos y dejar a un lado las tonterías y prestarle más atención a temas, situaciones y problemas más difíciles de resolver.
Me he dado cuenta de que me cuesta estar sin una persona que me quiera, que no sé estar sola, que lo quiero todo para mí. Que me arrepiento de las cosas después de cagarla tanto que no hay solución. Que lo que mejor se me da es echar de menos y llorar. He aprendido de mí que intento ser mejor, pero me cuesta, que quizás quiera ser perfecta, para qué engañarme, un poco más alta, un poco más delgada, un poco más guapa... pero que el nivel de perfección no existe.
Me he parado a pensar en mi futuro, y no me veo sola, sin mis padres, sin mis amigos y sin toda esa gente a la que he tenido a mi lado. Me he parado a pensar y he acabado llorando.
He intentado olvidar, y me he dicho miles de veces que es imposible, luego me repito la típica frase "nada es imposible" y me quedo estancada, llena de dudas sin resolver y que probablemente sigan allí durante mucho más tiempo en la misma situación.

He deseado muchas cosas para este 2013. Una de ellas es destrozar corazones y no dejar que me lo destrocen a mí. Quizá intente ser un poco menos repelente y borde, pero es un arma de defensa. No quiero ser utilizada por ninguna persona más. Quiero decir todo lo que pienso y no guardármelo y explotar con quien menos se lo merece o a solas conmigo misma. Quiero ser yo y no los demás y su opinión sobre mí.